La migliore offerta |
Título original: La migliore offerta
Director: Giuseppe Tornatore
Género: Thriller, Drama romántico
Año: 2013
País: Italia
Reparto: Geoffrey Rush, Jim Sturgess, Sylvia Hoeks, Donald Sutherland, Philip Jackson
Guion: Giuseppe Tornatore
El listado de películas dirigidas por Tornatore (director de Cinema Paradiso, Malena, La desconocida, entre otras) tiene un denominador común: la fuerza de un guion muy bien pensado y el impacto de un final que suele deslumbrar o conmover. El caso de La mejor oferta cumple con ambos requisitos. Más allá del típico costumbrismo que retrata algunas tradiciones de sus filmes y de los escenarios minimalistas que ilustran lo mejor de su país, esta vez es más importante el mundo interno, de la mansión en donde mayormente acontece la trama y el del personaje principal, que el externo. En esta oportunidad estamos hablando del mundo de Virgil Oldman, un excéntrico e introvertido millonario vendedor de antigüedades y especialista en restauración. Dar con Virgil no es fácil. Sus propias obsesiones, su pudor, su autoritarismo, su humor (bastante malo por cierto) son la clave de interpretación de un personaje complejo, muy bien caracterizado y brillantemente logrado por Geoffrey Rush. La vida de Virgil parece estar perfectamente calculada y ordenada; la pulcritud con la que vive se plasma incluso a la hora de la cena, pues ni allí se saca los guantes. Dentro de sus excentricidades, destacamos la de coleccionista de retratos de mujeres pintados por diferentes artistas de distintas corrientes y épocas. En determinado momento, recibe -luego de una larga insistencia- el encargo de una misteriosa joven que desea tasar y vender las antigüedades de su fallecido padre, dueño de una importante cantidad de muebles, obras de arte, ornamentos, etc. La atención de Virgil se focaliza en la extraña joven quien padece de una rara anomalía psicológica que no le permite tener contacto con el mundo externo y, por ello, se encuentra sumida en un aislamiento enfermizo. La agorafobia parece alterar los estados de ánimo de Claire, y eso enfurece y entiernece a Oldman.
Los avatares, los enredos de una relación que se va fortaleciendo comienzan a conformar la atmósfera de un thriller que se convierte en un drama romántico, con un giro hacia el final impecable. La inexperiencia con las mujeres llevan a Virgil a consultar con un joven -experto en reparar artefactos mecánicos- con mayor experiencia en el trato con el género femenino. Y así, entre consejo y consejo, aparece la seducción como arma fatal. El brillante epílogo me ha llevado a la reflexión acerca de qué entender por lo auténtico. ¿Cuándo un amor es auténtico? ¿Cuándo una obra de arte es original? ¿Cuándo un sentimiento es noble? ¿Y si todo ello no es más que una fachada, una máscara, un envoltorio cuyo contenido es vacío finalmente? Y en este punto es donde la referencia a las ideas de Walter Benjamin, sobre todo el Benjamin de "La obra de arte en la época de la reproductividad técnica" son absolutamente visibles. Y esto es un gran acierto del guion de Tornatore. Benjamin es, probablemente, uno de los filósofos cuyas ideas han de ser muy difíciles de plasmar en imágenes. Empero, Tornatore lo logra a la perfección, haciendo referencia, incluso, al autómata manejado por el enano corcovado que hacía ganar las partidas de ajedrez. Y el filme de Tornatore termina siendo eso, un partido de ajedrez en el que la razón y el cálculo se vuelven más importantes que los deseos y sentimientos. Mal que les cueste a los románticos y caiga quien caiga.
Brillante, excelente, conmovedora película.