domingo, 14 de julio de 2013

La edad de la duda - Andrea Camilleri

La edad de la duda
Llega un momento en la vida del ser humano en que muchas de las certezas sobre las que ha apoyado su existencia comienza a ponerse en tela de juicio. Ineludiblemente nos pasa, nos pasó o nos pasará a todos. Es, uno de esos momentos, la cristalización más sana de nuestra capacidad de filosofar. Algo así le pasa Salvo Montalbano, el rústico comisario de esa pequeña ciudad de Sicilia en la que los pormenores en relación con su tarea no acaban. Confieso que es el primer libro que leo de este viejo escritor italiano y me ha cautivado. Evidentemente la serie de policiales negros sobre Montalbano tiene muchos libros más que iré, seguramente, leyendo de a poco. La rusticidad aurática del personaje no tiene que ver con su hombría, su rudeza, su porte físico, su trato duro para con los criminales, sino con una extraña muletilla orgánica: cada vez que Montalbano se confunde, no puede responder una pregunta, se pone triste, medita ingeniosamente una cuestión o pierde el tiempo, se da uno que otro atracón de comida en la trattoría de Enzo. Y siempre es tal la cantidad de comida ingerida que debe procurarse una larga caminata sobre el puerto para fumarse un par de cigarrillos. En esta ocasión, además, las caminatas son buenas razones para tratar de indagar, con mayor precisión y profundidad, el enigmático caso de un hombre que fue asesinado y encontrado en un bote inflable por el velero Vanna, que lo tiene a él como responsable y no a la policía marítima. El misterio sobre Vanna lo suscitará una mujer, aparentemente inútil e inofensiva, que circunstancialmente se cruza en el camino de Montalbano y que, casualmente, porta el mismo nombre del velero: Vanna Digiulio. A partir de allí asistimos al interesante modo de desentrañar el asunto que tiene Montalbano y las dudas que van in crescendo respecto de la relación que mantiene con Livia. Relación que tambalea por la aparición, precisamente, de la teniente Laura Belladonna de quien Montalbano se sentirá profundamente atraído rozando, casi, el enamoramiento juvenil. Pero el amor, como casi todo en la vida, se trata -ni más ni menos- que de las elecciones que vamos haciendo. Una novela hermosa, atractiva, fácil de leer, divertida y con algunas joyitas como algunos monólogos del protagonista y el lenguaje de uno de sus asistentes. Excelente libro y vamos por más aventuras de Montalbano.  

martes, 9 de julio de 2013

Cerveza Guinness negra

Guinness
Lo primero que llama la atención de esta cerveza irlandesa de 4,2 % de alcohol, es la poderosa retención de la espuma. Duró varios minutos y tenía una consistencia bien cremosa. Su color es marrón claro gracias a la cebada tostada que se utiliza.
El color de la cerveza es negro opaco, muy oscuro con levísimo haz de colorado. Su gasificación media y adecuada.
Con respecto al aroma, aparecen los aportes del café, pan tostado, tofee, caramelo y nueces. Tal vez con un poquito de diacetilo (como manteca) pero que no molesta. No hay presencia de lúpulo aromático en el aroma.
El gusto es intenso, seco, con un amargor pronunciado y combinación moderada de lúpulo y malta. Es notable la presencia de la cebada tostada y de lúpulo amaderado (en el gusto). De retrogusto inclinado al café y -quizás, aunque en menor medida- a cacao amargo.
Como impresión general, diría que es una cerveza muy buena, un clásico dentro de las negras importadas. Quienes tuvimos la suerte, alguna vez, de estar en Irlanda, sabemos que una Guinness tirada en un pub es incomparable con esta botellita comprada en Argentina. De todos modos, es una excelente medida para comparar con cualquier cerveza industrial negra que se hace en nuestro país, y formarse una idea apropiada de lo que es una cerveza negra, y no ese jarabe dulce y artificial que se impone en el mercado de consumo.
Ideal para combinar con el postre que denomino “Frutos tentación”. Usen frutas de estación como banana, pera y manzana (los cítricos también vienen muy bien); pongan en una sartén grande manteca a derretir, bastante azúcar y las frutas; saltear uno o dos minutos y agregar ron cubano para flambear por un minuto más. Terminar espolvoreando con canela y cacao. Prueben maridando este postre con la cerveza. Ideal para el invierno que se viene. No digan que no les avisé.