miércoles, 18 de marzo de 2015

Tomboy - Dir. Cèline Sciamma

Tomboy
Título original: Tomboy
Año: 2011
País: Francia
Directora: Cèline Sciamma
Guion: Cèline Sciamma
Fotografía: Crystel Fournier
Género: Drama
Reparto: Zoé Héran, Malonn Lévana, Jeanne Disson, Sophie Cattani, Mathieu Demy, Cheyenne Lainé.

Son pocas las veces que un cine tan "sencillo" (desde lo visual, desde la producción, desde el guion) ha tenido un efecto tan drástico a la conciencia del espectador. Y es que un tema tan tabú como la infancia sigue causando cierto escozor a los ojos de algunas morales retrógradas. Más aún cuando, desde la infancia, se postule la problemática de género y se abra la posibilidad de pensar en la transexualidad. Este es el panorama que nos pinta el filme Tomboy, dirigido por Cèline Sciamma.
La película relata la mudanza de Laure, una niña de 10 años, y su familia, de buen pasar por cierto, a un barrio en las afueras de París y los acontecimientos transcurren durante el verano casi completo hasta el inicio del año escolar. Aprovechando su aspecto, su vestimenta, su corte de cabello, Laure se hace pasar, entre los niños del barrio, por Michael. Así, irá incorporando y asimilando actitudes, gestos, movimientos "varoniles" al punto tal de convencer (en realidad nunca nadie puso en duda) al resto de su identidad. Incluso Lisa, una de las niñas del grupo (más madura que los varones de su misma edad como no podía ser de otra manera), genera entre ambas sus primeros despertares sexuales. La directora no ofrece conclusiones definitivas ni cerradas sobre la identidad sexual de Laure/Michael, pero sí abre perspectivas para pensar sobre sus deseos y necesidades de convertirse en un varón. Laure tiene, con sus apenas 10 años, tan claro que su genitalidad es femenina como que su género es masculino. Aún así, los puntos altos de conflicto aparecen cuando su madre se entera de la decisión de su hija. La ingenuidad y la naturalidad de Jeanne (su hermana menor) y la honesta tolerancia del padre, contrastan con los prejuicios y pudores de una madre que no acepta más que las convenciones sociales estereotipadas de la burguesía francesa.
Esas tensiones adyacentes a la trama nos llevan a pensar cuán lejos estamos -aún viviendo en sociedades modernas, tolerantes, laicas y democráticas- de aceptar al otro en su desnudez, en sus decisiones, en su humanidad. Peor aún cuando el otro demonizado,como en este caso, es alguien que está atravesando ese camino lleno de dudas e interrogantes como es el paso de la niñez a la pubertad. Gran tarea actoral y de dirección de esta magistral, ineludible y profunda (más allá de su "simpleza") obra cinematográfica. El cine -como la filosofía-, muchas veces, abre perspectivas para pensar de otro modo posible. Éste es un excelente caso que ilustra lo que digo.     

domingo, 8 de marzo de 2015

El hombre duplicado - José Saramago

El hombre duplicado
Vuelvo al ruedo con las reseñas de mi blog después de un "parate" de dos meses. En este caso, hace unos cuantos meses había reseñado la película del mismo nombre (traducido, porque el original del filme era Enemy) dirigida por Denis Villeneuve y basada, obviamente, en la novela de Saramago que ahora nos ocupa. La novela fue publicada en el año 2002 y relata cómo un profesor de Historia del secundario, Tertuliano Máximo Alfonso, descubre que un actor secundario, de poca monta, es su calco, una imitación cuasi perfecta suya. A partir del exhaustivo descubrimiento de su "doble", Tertuliano finalmente dará con Antonio Claro (Daniel Santa Clara su nombre artístico) y corroborará que, salvo sus nombres, son exactamente idénticos. Entonces se abre la perspectiva para que los personajes, sobre todo Tertuliano, se pregunten por su identidad, por aquello que define sus respectivos "yoes", sus rasgos identitatarios particulares y aquello que los haga únicos e irrepetibles. Pero pareciera ser que no hay nada que distinga a Tertuliano y a Antonio. Y entonces la exasperación arrebata la tranquila y apaciguada vida del personaje. ¿Cuánto podría soportar nuestra conciencia que uno tiene un doble por allí entre tantas personas que tienen su identidad particular y diferenciada? ¿Qué es, en definitiva, lo que nos distingue de otros? ¿Cuál es, entonces, el sentido de nuestra vida si no somos aquellos que creímos ser toda la vida? 
El autor aborda estas cuestiones filosóficas no precisamente desde las herramientas metodológicas-teóricas de la filosofía sino desde la literatura, apelando a un sinnúmero de recursos literarios que se van complejizando a medida que la trama avanza. De este modo, Saramago hace al lector cómplice de los avatares de Tertuliano, de su sentido común, de su razón, de su consciencia, a la vez que el escritor escribe en clave de omnipresencia del relato, marcando la distancia entre él y sus personajes, pero inmiscuyéndose con ellos. 
La sorpresiva finalización del relato y de la historia marcarán una diferencia -notable- con el filme homónimo. Como todo el mundo habrá de sospechar, siempre es mejor el texto escrito que la obra cinematográfica.
Hasta la próxima...