
La novela relata la historia de Luciana B., una joven que acude al personaje principal de la novela, el narrador en primera persona, innombrado, para desarrollar su hipótesis acerca de la muerte de sus seres queridos como corolario del sádico plan de Kloster, otro escritor (parcialmente rival del narrador) que parece haber padecido una daño irreparable por parte de Luciana diez años antes de que se desencadenen estos acontecimientos trágicos. La tensión de la novela nos lleva a descubrir teorías acerca de cada una de las muertes, que dependen del punto de vista de cada uno de los personajes, de modo tal que se van elucubrando estos intentos de explicación y llevan al lector de una cuasi certeza sobre el autor de los crímenes a una perplejidad ocasianada por la ambigüedad en los puntos de vista de los distintos relatos. Empero, en ningún momento se cae en contradicciones lógicas, enorme y pulida tarea de Martínez que consigue despistar al lector. El principio de economía en el uso del lenguaje es otra de las virtudes de Guillermo Martínez, que no gasta hojas para caer en atiborrados e insolventes detalles sino que usa su pluma para describir puntual y concisamente los elementos necesarios para la trama de suspenso que necesita el clima de cada secuencia.
En definitiva, una excelente novela, altamente recomendable. Probaré, más adelante, con otros textos de Martínez, quien ha mostrado un fructífero y potable acercamiento entre la filosofía y la literatura. Una disgresión más: Crímenes imperceptibles terminó siendo un producto cinematográfico de la mano de Alex de la Iglesia cuando filmó Los crímenes de Oxford; pienso que no estaría mal -a ver si algún productor cinematográfico interesado lee estas líneas- hacer de La muerte lenta de Luciana B. una gran película. Saludos y hasta la próxima.
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